La magia de ser Sofía

Vale, lo reconozco. Llevo controlando mis ansias de entrar en la librería y comprarlo desde el día de su lanzamiento. Y ayer llegó el día, no pude más entre y lo compré.  Y sí, hoy escribo la reseña porque ya me lo he leído. Los libros de Elísabet son para mí como mi marca personal de heroína (menuda frasecita de Crepúsculo, ¿en qué momento Stephanie? ¿en qué momento?), una vez que los cojo no puedo parar de leerlos.

La pregunta es por qué, ¿por qué una vez que haces pop ya no hay stop? La verdad es que podría dar mil razones: las historias me enganchan, los personajes son divertidos, las tramas están bien desarrolladas, hay «escenas» de sexo… pero la  razón principal es que me hacen reflexionar. Quizás no todos de la misma manera, La Saga Valeria no me hizo pensar de la misma manera que Mi isla de igual modo que éste no me hizo pensar de la misma manera que lo ha hecho La magia de ser Sofía. Me siento muy identificada con la protagonista de esta novela por muchas razones, es una mujer fuerte, alegre, segura, la mayoría del tiempo, pero le da mucho miedo sentir. Le da miedo sentirse insegura, sentirse frágil, sentirse vulnerable ante otra persona, en definitiva, dejarse ver tal y como es. Muchas veces nos escondemos detrás de una coraza porque el miedo nos paraliza, yo la primera. Puedo llegar a ser más fría que un témpano de hielo y eso es porque desde hace mucho tiempo huyo de sentir de verdad para protegerme, para no salir de mi zona de confort y autocomplacencia. Así puesto por escrito suena triste pero es el modo de vida que muchas personas eligen, salvarse a ellos mismos por encima de los demás, ser una superficie resbaladiza por la que el agua discurre pero no filtra.

Sin embargo, Sofía sale de su zona de confort, rueda cuesta abajo y sin frenos abriendo su coraza, equivocándose y aprendiendo de ello. Porque es verdad la manida frase de que quien no arriesga no gana. Tenemos que sentir más y pensar menos. Dejarnos llevar y que sea lo que tenga que ser. Si que es verdad que es muy fácil decirlo, bueno escribirlo, llevarlo a la práctica ya es otro mundo. Pero debemos desterrar el miedo que nos produce lo incierto, porque, ¿qué tenemos que perder? La mayoría de veces, da igual cuál sea el resultado, salimos ganando. Bien ganamos para nosotros mismos o bien ganamos en común si las dos partes de la apuesta van all in. Creo que en mi vida solo me he permitido sentir de verdad en una ocasión. Sí, yo tuve a mi artista de buhardilla (bigotito y melenaza incluidos), tuvimos esa conexión, eso que Sofía llama magia. Cuando la sientes ya nunca más te puedes conformar con menos porque sabes que es posible. Pasaron muchas noches en vela, muchas vueltas de
tuerca innecesarias, muchos análisis de comportamiento, muchos años de ralladas de ida y vuelta; excusas que yo me daba a mi misma para evitar ir de frente y apostar. Hasta que un día lo hice, resultó ser un fracaso, él siempre fue un cabroncete adorable al que le gusta mucho jugar. Sin embargo, no perdí nada, yo me quedé muy tranquila, seguimos siendo amigos y le sigo queriendo, ahora ya sin ambigüedades de una manera sana que me permitió seguir adelante libre, por fin, de esa carga que me atormentaba.

La lectura de esta novela me ha hecho recordar, volver a querer sentir, pero de verdad sin reflexionar de más, sin ver fantasmas donde no los hay y sin poner diques al mar. Como dijo alguien muy sabio una vez: deja que todo fluya y que nada influya. Por esta energía renovada doy las gracias a Sofía, a Héctor y a su maravillosa historia. Recomendada 100% y con muchísimas ganas de leer ya La magia de ser nosotros.

A.